Hay libros que cambiaron mi forma de entender la literatura. Hay libros que cambiaron mi forma de ver la vida. Hay libros que me han enseñado. Y hay libros que no he terminado.
Hay libros que he dejado y libros que no me han devuelto.
Hay libros que me han dejado y uno que no he devuelto.
Que me recomienden un libro porque pensaron que me gustaría es una de esas cosas que hace que me recorra un gusanillo por el estómago. Que me lo dejen demuestra una gran confianza. Cuando tengo el libro en las manos soy impaciente, necesito leerlo, necesito saber porqué se acordaron de mi, necesito saber si me gusta. Porque si me gusta quiere decir que esa persona me conoce. Si no me gusta, seguiremos intentándolo.
Pero hay una situación más romántica, encontrarse un libro. Ir paseando y descubrirlo reposado en una estantería, descansando en el banco de un parque, cruzando un puente, esperando para tomar un café. Ese libro es especial. Ese libro es especial, si me gusta, si me cambia, si me enseña. Y aunque no me guste, me agrada pensar que hay una razón para haberlo encontrado.
BookCCrossing da la oportunidad de tener ese encuentro. Alguien libera un libro, uno que le guste, o que no le guste, que haya leído o que no, para que otro alguien lo encuentre, lo lea y lo vuelva a liberar.
He decidido liberar "El nombre de la rosa" de Umberto Ecco. Es un libro muy conocido, pero si no lo has leído esta es la oportunidad y si ya lo has leído, seguro que sabes que hacer con él.
Lo liberaré en Bilbao, en la pasarela del Padre Arrupe, entre la Universidad de Deusto y la recien estrenada biblioteca de la universidad.
Foto 1: zergatik
Foto 2: MarTiSh
martes, 20 de enero de 2009
Mi primera vez
Decidir no presentarse a un examen puede parecer una decisión sencilla, pero cuando es la primera vez, como toda primera vez tiene su dificultad.
Cinco días antes del examen empecé a estudiar, me daba tiempo de sobra si aprovechaba el tiempo, tres días después me sabía los dos primeros temas, quedaban doce por delante.
El día antes del examen es crucial, es el día en el que la presión te hace estudiar, pero la pereza, lo poco apasionante que resulta el derecho administrativo y el frío que entra cuando no está el ordenador encendido dan como resultado otro intento más de estudiar en la cama.
Esta mañana ha comenzado esa peligrosa aventura. Tras unos minutos colocando los cojines y las almohadas para conseguir la posición adecuada, me he sentado con los apuntes en la manos, me he tapado y he leído el primer párrafo. El segundo me ha costado un poco más y para terminar el tercero me he auto-impuesto una recompensa, al terminar puedo cerrar los ojos durante unos minutos para pensar en otra cosa. Una hora y un par de sueños extraños después me he despertado. Me levanto, voy a la cocina, bebo un vaso de agua, preparada para volver a la carga. Antes de darme cuenta estoy pensado en lo que voy a comer. Preparar la comida, comer, secar el pelo del perro (esa situación extraña que se da en el momento en el que has decidido ponerte en serio). Llega la tarde y se produce la misma escena. Tras unos minutos colocando los cojines y las almohadas para conseguir la posición adecuada, me he sentado con los apuntes en la manos, me he tapado y he leído el primer párrafo. El segundo me ha costado un poco más y para terminar el tercero me he auto-impuesto una recompensa, al terminar puedo encender el ordenador para cotillear por el intenet.
Ya ha anochecido y no he avanzado mucho en mi estudio. Por primera vez me planteo no presentarme. No puedo hacer eso. Me pongo la cena, algo ligerito y rápido, huevos con patas fritas. Empiezo a pensar todo lo que debería haber hecho, me enfado conmigo misma. Si estudio durante toda la noche, tengo posibilidades de aprobar. Pero reflexiono y veo que es imposible. Si me presento suspendo, así que mejor será no presentarse. No me presento. He pasado por las cinco fases del duelo. No me presento. Me lo repito unas cuantas veces, me estoy haciendo a la idea, el sentimiento de culpabilidad está despareciendo, no me presento.
Decidido, no me presento, con sus consecuencias, estudiar en septiembre la más evidente. Adiós a mis tres meses en Inglaterra, serán dos, o tres con un parón de tres días, ya veremos. Sólo tengo algo claro, si quiero aprobar el resto de exámenes tendré que ir a estudiar a la uni, porque en casa me es imposible.
Cinco días antes del examen empecé a estudiar, me daba tiempo de sobra si aprovechaba el tiempo, tres días después me sabía los dos primeros temas, quedaban doce por delante.
El día antes del examen es crucial, es el día en el que la presión te hace estudiar, pero la pereza, lo poco apasionante que resulta el derecho administrativo y el frío que entra cuando no está el ordenador encendido dan como resultado otro intento más de estudiar en la cama.
Esta mañana ha comenzado esa peligrosa aventura. Tras unos minutos colocando los cojines y las almohadas para conseguir la posición adecuada, me he sentado con los apuntes en la manos, me he tapado y he leído el primer párrafo. El segundo me ha costado un poco más y para terminar el tercero me he auto-impuesto una recompensa, al terminar puedo cerrar los ojos durante unos minutos para pensar en otra cosa. Una hora y un par de sueños extraños después me he despertado. Me levanto, voy a la cocina, bebo un vaso de agua, preparada para volver a la carga. Antes de darme cuenta estoy pensado en lo que voy a comer. Preparar la comida, comer, secar el pelo del perro (esa situación extraña que se da en el momento en el que has decidido ponerte en serio). Llega la tarde y se produce la misma escena. Tras unos minutos colocando los cojines y las almohadas para conseguir la posición adecuada, me he sentado con los apuntes en la manos, me he tapado y he leído el primer párrafo. El segundo me ha costado un poco más y para terminar el tercero me he auto-impuesto una recompensa, al terminar puedo encender el ordenador para cotillear por el intenet.
Ya ha anochecido y no he avanzado mucho en mi estudio. Por primera vez me planteo no presentarme. No puedo hacer eso. Me pongo la cena, algo ligerito y rápido, huevos con patas fritas. Empiezo a pensar todo lo que debería haber hecho, me enfado conmigo misma. Si estudio durante toda la noche, tengo posibilidades de aprobar. Pero reflexiono y veo que es imposible. Si me presento suspendo, así que mejor será no presentarse. No me presento. He pasado por las cinco fases del duelo. No me presento. Me lo repito unas cuantas veces, me estoy haciendo a la idea, el sentimiento de culpabilidad está despareciendo, no me presento.
Decidido, no me presento, con sus consecuencias, estudiar en septiembre la más evidente. Adiós a mis tres meses en Inglaterra, serán dos, o tres con un parón de tres días, ya veremos. Sólo tengo algo claro, si quiero aprobar el resto de exámenes tendré que ir a estudiar a la uni, porque en casa me es imposible.
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