No importa el frío.
No importa la lluvia.
No importa la gente.
No importa el precio.
No importa el idioma.
No importa perderse.
No importa la medida.
No importa la moneda.
No importa ser extranjero.
No importa esperar el autobús.
No importa tener que escoger entre té o café, rubia o negra, chino o kebab, metro o autobús, ardillas o patos, The Clash o Sex Pistols.
No importa nada, allí no.
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